Y así, casi sin darnos cuenta, se nos fue otra Semana Santa. Todo un año de preparativos, de dulce espera viendo como, poco a poco, empiezan a florecer los pasos en las iglesias, de eternas colas esperando para sacar la papeleta de sitio en las hermandades y, en definitiva, de ilusión. Ilusión que se hace más patente que nunca y que renovamos cada Domingo de Ramos, ese día en el que todos volvemos a ser niños, sacamos nuestras mejores galas y nos echamos a la calle para inaugurar nuestra semana mayor.
Pregones aparte, y siguiendo la máxima de "al que no estrena el Domingo de Ramos, se le caen las manos", le quité la etiqueta a esta americana, con el mítico estampado de pata de gallo en gris azulado y blanco roto, que llevaba en mi armario desde las rebajas de enero, ¡ya era hora de estrenarla! También estrené la camisa, de pequeños estampados geométricos en celeste y blanco, y la corbata, azul con una especie de ojitos negros, ¡no se cómo explicarlo de otra forma! Siguiendo con el modelito, opté por unos vaqueros y los castellanos que os enseñé en el último post, ¡no me canso de ponérmelos! Como complementos un pañuelo burdeos en la solapa y unas gafas redondas, ¡y a disfrutar del Domingo de Ramos!
Gafas de sol: Ray Ban (vintage).
Americana: Forecast.
Camisa: Massimo Dutti.
Corbata: Mango Man.
Pañuelo: vintage.
Cinturón: vintage.
Pantalones: Zara.
Calzado: Castellanos 1920.
Y sí, ¡hizo un calor de muerte! Pero ya sabemos que para presumir, hay que sufrir.
Espero que no me hayáis echado mucho de menos por estos lares, pero espero no tener que volver a hacer un paréntesis taaan largo.
Y con estos detalles me despido, ¡¡un besote a todos!!